El Mes de María nos llena de esperanza y oración. Por eso, este año queremos vivirlo de una manera especial: llevando la presencia maternal de la Virgen a las calles, plazas y rincones de nuestro territorio parroquial, para que nadie quede sin sentir su ternura y su consuelo.
Quienes han participado en el Mes de María misionero lo describen como una experiencia profunda, donde se percibe el amor de Dios a través de la Virgen y se renueva la alegría de creer.
Estas son algunas bendiciones que trae esta hermosa misión:
Fortalece nuestra fe comunitaria: Al rezar juntos en espacios públicos, hacemos visible el amor de María y creamos lazos de comunión entre vecinos y familias.
Renueva nuestro corazón: Cada jornada de oración nos invita a detenernos, confiar y volver a poner nuestra vida en manos de la Virgen.
Nos convierte en misioneros: Llevamos el mensaje de amor y esperanza de María a quienes más lo necesitan.
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Sé parte de esta misión de fe y esperanza. ¡Hagamos que todos se encuentren con nuestra Madre!