Con este llamado lleno de esperanza, el padre Carlos nos invitó el lunes 8 de diciembre a agradecer a la Inmaculada Concepción ya que en María contemplamos la obra perfecta de Dios y la promesa de lo que Él quiere realizar también en nosotros.
“El Señor nos ofrece una nueva oportunidad a través de Ella, la Inmaculada, la mujer en cuyo corazón no hubo espacio para el pecado porque fue colmada de gracia desde el primer instante”, expresó el padre en su homilía.
Así, descubrimos que “Dios no nos deja solos. Necesitó el sí de María y el sí de nosotros, para entrar en nuestra vida, en nuestro corazón y ayudarnos a perseverar en el camino de la santidad”.
Nuestro párroco invitó a tomarnos de la mano de la Virgen y aprovechar “este tiempo de Adviento, de conversión para renovar la alegría de pertenecer a Dios. Pidámosle la gracia de vivir plenamente lo que Él nos regala, para que nunca lo dejemos de lado ni le demos la espalda”, instó el padre Carlos.
“Hay que vivir siempre un poquito en el cielo, abriendo el corazón, los oídos y la mente, para que, como María, sepamos escuchar y poner en práctica todo lo que el Señor nos diga”, concluyó.
La celebración de la Inmaculada Concepción estuvo precedida por una hermosa procesión por las calles de nuestro territorio parroquial.
Entre cantos, oraciones y la imagen de la Virgen en andas, expresamos nuestro amor y su deseo de caminar siempre bajo su manto. Fue una tarde de fe y esperanza que preparó el espíritu para la Santa Misa, vivida con gratitud y profunda alegría.
Que María Inmaculada siga guiando nuestros pasos hacia la plenitud que solo Dios puede dar.

