El hijo pródigo y la persistencia de hacer el bien



Jueves 31 de Marzo, 2022



Reflexión para el quinto domingo de Cuaresma

Les entregamos la quinta meditación de nuestro diácono, Samuel Mujica sobre este tiempo previo a Semana Santa:

Este tiempo de cuaresma es fructífero en la entrega de enseñanzas para poder convertirnos y llegar así más preparados a la celebración de la pascua del Señor. En el cuarto domingo, escuchamos la parábola del “Hijo pródigo” (Lc 15,11-32), en la cual apreciamos los pecados graves de lujuria y soberbia del hijo menor, pero su sincero arrepentimiento. Además se presenta la incomprensión y envidia del hijo mayor por la actitud de su hermano pecador, todo esto recibido por un padre que mira a sus hijos con amor y los acoge con una infinita misericordia.

Las parábolas son la forma como Jesús entrega las enseñanzas a sus discípulos de ayer y de hoy, que nos ayudan a comprender el misterio del Reino de Dios. Aquí podemos observar a tres tipos de personas, que nos encontramos frecuentemente en nuestras vidas. El hijo mayor, aquel que se queda siempre trabajando con su Padre, espera como muchos su recompensa, busca el individualismo y como hoy, es duro en atacar a las personas que comenten algún error, hace valer su necesidad de recompensa terrenal a toda costa. El hijo menor es aquel, que busca centrar la vida en su yo, quiere como hoy día se dice “vivir mi vida”, no toma en consideración los riesgos para los demás y para él, solo exige sus derechos, pero se rescata de él su capacidad de arrepentimiento. El padre, hombre que vive de la humildad en el servicio a sus hijos, preocupado por la oveja perdida y por el rebaño que está en su casa, representa ese amor sin interés, amor de servicio y amor de entrega total, el amor de Dios. 

Esta parábola nos muestra las dificultades que tenemos en nuestro camino de conversión, teniendo en cuenta nuestras debilidades, el Señor Jesús nos deja los sacramentos, en especial la sanación en el sacramento del perdón, que nos permite extirpar el mal en nuestra vida. Como nos dice el Santo Padre, que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado. No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar. No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado.

Hermanas y hermanos en el Señor, procuremos en nuestra vida cultivar el arrepentimiento por nuestro actuar equivocado y acerquémonos al sacramento del perdón, para encontrar el camino de nuestra propia salvación, ayudar al prójimo en su camino de fe y estar dispuesto a recibir el amor del Padre.

Leyendo el evangelio de San Lucas 15,11-32, el mensaje de cuaresma del Papa Francisco y este texto, reflexionemos sobre lo siguiente:  

  • ¿Con cuál personaje de la parábola más identifico, y por qué?

  • ¿Me arrepiento de mis pecados, me acerco al sacramento del perdón?

  • A la luz del Padre amoroso de la parábola, ¿Cómo es mi relación con quien me hace el mal? 

 



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