"La familia es taller de humanidad"



Viernes 01 de Octubre, 2021



José Manuel Borgoño, diácono

Para nuestra parroquia cuidar a la familia es vital. La reconocemos como la base de la sociedad y por lo mismo, protegemos los valores cristianos en ellas. 

José Manuel Borgoño es diácono de nuestra parroquia y junto con su esposa, Mónica Undurraga, fueron delegados Episcopales para la pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Santiago, cargo que dejaron hace 3 semanas.  

En la siguiente entrevista nos comentan la importancia de la familia para ellos y su experiencia en el rol que les asignó la Iglesia de Santiago, así como los desafíos que enfrenta, para ellos, la parroquia. 

¿Cuánto tiempo estuvieron a cargo de la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Santiago y qué destacan de la experiencia?

Nosotros fuimos nombrados por un decreto Arzobispal en el cargo de delegados en marzo de 2014, luego hubo una serie de decretos que extendieron la fecha hasta el 6 de agosto de 2021. El mandato incluía liderar el equipo de la Vicaría para la Familia y elaborar y conducir las actividades.

Fue una experiencia muy gratificante y de mucho crecimiento como personas y como matrimonio. Destacamos el poder compartir de cerca, distintas problemáticas con la Jerarquía de la Iglesia de Santiago y liderar una área tan importante y relevante para la sociedad. Además, conocer de cerca en terreno, muchos problemas e iniciativas de las parroquias, dedicando parte importante de nuestro tiempo a trabajar por y con las familias de Santiago, poniendo todo nuestro esfuerzo y creatividad al servicio. 

¿Qué gracias sienten que ganaron en ese tiempo?

El trabajar en la Curia fue muy interesante y una gran experiencia, sobre todo conocer cómo se maneja nuestra Iglesia local, sus relaciones con la Iglesia mundial y el contacto más cercano con los obispos y vicarios, que trabajan intensamente para conducir adecuadamente nuestra Iglesia. También, y muy particularmente, a los empleados que trabajan en la Curia con mucho amor y dedicación.

Igualmente destacamos que recibimos muchas gracias personales y matrimoniales en este servicio. Uno valora mucho más lo que tiene y aprende con mayor facilidad, a situarse en la vereda del otro. Aumenta la empatía y misericordia con los que están con más dificultades.

¿Por qué es importante cuidar, valorar y trabajar por la familia?

Es la base de la sociedad y de la Iglesia. De su desarrollo, depende el futuro del país. 

La familia requiere ser acompañada y ayudada porque recae sobre ella la gran misión de ser taller de humanidad, es decir, formar personas y cuidar y proteger la vida en todas sus dimensiones: biológica, afectiva, espiritual y trascendental. Constituir una verdadera comunidad de vida y amor en su interior y estar al servicio de los demás. Por todo lo anterior, la familia es reconocida como la institución más importante para las personas, tanto para su desarrollo, como para conseguir la gran aspiración de felicidad de cada uno, que es la plenitud de vida.

¿Cuál es el rol que cumplen actualmente en la parroquia y qué destacan de su papel en ella?

Cómo diácono estoy destinado a la Parroquia desde mi ordenación, sin embargo, dado este cargo que asumimos en el año 2014, no hemos podido involucrarnos como quisiéramos. Sí lo hemos hecho en el trabajo que realizamos en el Centro Pastoral de los SS.CC. del Colegio Manquehue, que pertenece al territorio parroquial, donde hemos participado hace muchos años, prestando servicios en bautismos, responsos, liturgias y compartido nuestro trabajo por la familia realizado en la Delegación para la Pastoral Familiar, actual Vicaría para Laicos, Familia y Vida. 

¿Qué desafíos sienten que enfrenta la parroquia?

La parroquia hoy enfrenta un tremendo reto de volver a convocar presencialmente a los fieles. Por otro lado, acompañar y ayudar a las familias a cumplir su misión. También vemos importante, tanto en la parroquia, como para nosotros feligreses, el ayudar a fortalecer las confianzas perdidas en la Iglesia y convocar principalmente a los jóvenes, que se han alejado porque no se sienten interpretados.

¿Qué destacas de tu labor como diácono?

Para mí volver a la actividad parroquial, ahora como diácono, es  verdaderamente un gusto. Nosotros hemos sido agentes pastorales desde nuestra juventud, aún antes de casarnos. Mi vocación como diácono es servir donde sea necesario y el párroco es quién determinará las áreas en que se requiere. Actualmente estoy jubilado y nuestros 7 hijos están ya casados y viven independientemente, por lo que tengo bastante tiempo para ayudar en lo que se disponga. 

Agradecemos a José Manuel y a su esposa Mónica, por todo el trabajo realizado, tanto para la Arquidiócesis como para la parroquia. 

De todos nosotros depende que la familia siga siendo un valor base en nuestra sociedad ¡Oremos por ella!



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