En este documento el Papa Francisco nos explica que la Casa Común es nuestro planeta tierra, y nos dice:
2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que « gime y sufre dolores de parto » (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.
Segundo consejo:
Los cambios en el estilo de vida y los hábitos de consumo pueden constituir una gran diferencia. Por ejemplo, conseguir una botella de agua reutilizable; tomar duchas más cortas; caminar, desplazarse en bicicleta o transporte público en lugar de conducir; reciclar; compostar restos de alimentos; y comprar electrodomésticos eficientes